Para entender claramente el funcionamiento del mercado de valores no hay que perder de vista a sus dos actores más importantes: los emisores y los inversionistas. Los primeros son aquellas empresas que ofertan una porción de su capital a través de acciones; mientras que el inversionista utiliza esas acciones como un instrumento para generar rentabilidad. Como cualquier otro mercado, el de valores gira en función de la oferta y la demanda: entre más inversionistas estén interesados en adquirir una acción, mayor será la demanda y por ende la acción tenderá a subir de precio. También puede darse el efecto opuesto cuando hay mucha oferta pero poca demanda, es entonces cuando cae el precio de las acciones.
Una vez que se concreta la venta de la acción, el inversionista se convierte en un nuevo motor para la empresa, ya que se buscará cumplir las expectativas prometidas. Un buen inversionista no solo aporta recursos económicos al negocio, sino que comparte su conocimiento y experiencia al fungir como un mentor que exigirá avances y medirá resultados, pues no debemos perder de vista que una porción de su capital está invertido en tu compañía, por lo tanto, al igual tú, le interesa verla crecer.
Lamentablemente, el mercado mexicano todavía sufre un miedo que aqueja a los dueños y directivos de las empresas cuando planean colocar Acciones o Deuda en Bolsa: creen que automáticamente perderán el control de su negocio; sienten que están entregando en bandeja de plata el proyecto que han construido a lo largo de su vida. Sin embargo, las economías líderes del mercado bursátil (Alemania, Estados Unidos, Japón) muestran que la realidad es distinta: grandes empresas han cedido más de 50 % de sus acciones y, apoyadas en el marco legal que regula el mercado, han logrado mantener el control de sus decisiones.
El universo de inversionistas del mercado de valores es diverso. Hay de todos tamaños, colores y sabores, desde los privados o físicos hasta los inspeccionables, transnacionales, institucionales, globales, de afores, fondos de pensiones, etc. El reto de las emisoras es aprender a jugar con todos ellos. Mi recomendación personal para las empresas es que prefieran a los inversionistas de largo plazo, quienes no van a concentrarse simplemente en los resultados de un trimestre, sino en la visión y los proyectos para los próximos años.
Además de ser uno de los requisitos para ingresar a la Bolsa Mexicana de Valores, el Gobierno Corporativo (GC) es fundamental en la relación emisor-inversionista, al propiciar la transparencia y entrega de resultados.
Como inversionista, cuando vas a meter dinero de tu bolsa a una empresa, necesitas asegurarte de su legalidad y de que cuenta con los candados adecuados para no desaparecer de un día para otro. Necesitas tener la tranquilidad de que la compañía se gestionará de manera adecuada y de que todo irá bien, incluso si no le prestas 100 % de tu atención —recordemos que un inversionista tiene en su portafolio más de una empresa—. Por lo tanto, como inversionista, las primeras empresas que van a llamar tu atención son aquellas que hayan implementado una estructura de GC.
El inversionista elige apoyar a determinada empresa con base en la información oficial presentada ante la Bolsa; sin embargo no conoce con certeza el día a día de la compañía, sus relaciones, proyectos, etc. En este sentido, el GC le permite tener una noción más clara de cómo está constituida y administrada la empresa, así como una garantía de sus buenas prácticas.
Rectitud a la hora de hacer las operaciones en el mercado. Evita las apuestas al corto plazo o en contra de una acción, tampoco aproveches tu poder económico para crear tendencias. Puede que estos movimientos te generen rentabilidad inmediata, pero a largo plazo lo único que hacen es afectar a la emisora y al mercado en general.
No trabajes con información privilegiada. Evita ir más allá de los estatutos al tratar de conseguir información privada o extra a la presentada por la emisora.
Mantente cerca. Procura tener contacto con tus emisoras al menos cada tres meses para contar con una actualización de lo que están haciendo y los resultados que están generando.
Es tiempo de derribar los paradigmas que aseguran que entrar en la Bolsa es caro y complejo. Por supuesto que representa un esfuerzo, pero también hay que tener en cuenta que existen instituciones y herramientas que te acompañarán y harán más sencillo el camino. Una vez que formas parte de una empresa listada en la Bolsa y vives los beneficios que eso conlleva, entiendes por qué todo el esfuerzo valió la pena.