Muchas veces, dentro de un negocio familiar o reuniones de consejeros, suelen haber ideas que no se pueden tolerar; es ahí cuando las personas sostienen la paradoja más común ¿por qué debemos tolerar las ideas intolerables?
Y es que para esto, se tiene que participar en la exploración y análisis de todas las ideas si se quiere llegar a la propia conclusión sobre qué ideas creemos para ser correctos y que otras personas deberían de adoptar.
“Alguien que defiende la tolerancia a la libertad, debe ser congruente; se podría decir que una idea que se odiaría, sería la idea de intolerancia”, destacó el escritor John Stuart Mill en su ensayo llamado On Liberty.
Suena indiscutiblemente correcto pensar que las ideas que puedan sonar peligrosas no deberían ser toleradas, y es que la realidad de tolerar ideas intolerantes, es el primer paso que profesa dicha virtud. Por eso, una de nuestras ideas originales podría estar equivocada, y hasta el momento del análisis darse cuenta que podría mejorarse o refinarse.
La tolerancia no es un concepto actual donde sólo se engloban las nuevas ideologías posmodernas dentro de un entorno social. Esto va más allá de ser una palabra sinónima de paciencia, sino que es una práctica de sugerencia obligatoria a soportar y respetar las creencias de las personas al momento de diferir o no concordar con ellas.
“La tolerancia no es un fin, sino un medio. Es la calidad esencial mínima de las relaciones sociales que permite descartar la violencia y la coerción. Sin tolerancia, la paz no es posible” destacó la UNESCO en su sitio web oficial.
La tolerancia a las ideas, es el respeto a los demás, esto es importante en todo momento, y aún más, en charlas donde, aunque no coincidan en algunos pensamientos, una de las mejores maneras para respetar sin ser agresivo es ser empático con la realidad del otro, pensamientos y creencias.
Asimismo, también es importante aprender a cargar el valor del respeto, y así, poder llevar una buena convivencia social, pues la tolerancia se presenta en el respeto a personas de diferentes razas u orígenes, deferencia a las vidas creyentes y religiosas, respeto a la diversidad sexual, empatía con todos aquellos con capacidades diferentes, tolerancia a niños, jóvenes y adultos por igual, erradicar la xenofobia, tolerancia a personas que piensan diferente a lo que se conoce y un respeto a las diferentes clases sociales.
El claro ejemplo de lo anterior, son los actos de los genocidas más prominentes del mundo, como Mao Zedong, Iósif Stalin, Adolf Hitler, Leopoldo II y Hideki Tōjō cometieron. Todos ellos comparten otra característica más allá de las grandes matanzas que provocaron, sino que no toleraban a personas y opiniones distintas a las de ellos.