Estipulado en 1989, el Día Mundial de la Población surgió en respuesta a la creciente preocupación de la Organización de las Naciones Unidas por generar reconocimiento sobre temas relevantes relacionados con la planeación familiar, la igualdad de género, la pobreza, la salud durante la maternidad y el respeto a los Derechos Humanos. Hoy en día, ante un panorama de crecimiento poblacional desmedido, estos temas se han vuelto trascendentales en la agenda global.
Este año, el Día Mundial de la Población hace énfasis en los asuntos que aún no se han resuelto en relación a la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo de 1994, que se llevó a cabo en El Cairo, Egipto. A 25 años del evento, la ONU ha considerado urgente recordar los compromisos y acuerdos a los que llegaron 179 gobiernos en materia de salud reproductiva e igualdad de género, pilares fundamentales del desarrollo sustentable.
Para muchos expertos, el crecimiento demográfico a nivel global ha alcanzado escalas alarmantes: le tomó miles de años a la humanidad alcanzar una población de 5 mil millones (en 1987). Apenas 32 años después, esa cifra ha aumentado hasta casi alcanzar los 8 mil millones. El impacto ambiental al planeta por tal aumento ha sido catastrófico, mientras que en diversos países han surgido problemas graves y preocupantes producto de este fenómeno.
Uno de ellos es el marcado desequilibrio poblacional en determinadas regiones del planeta. Por un lado, por ejemplo, se encuentra la reducción poblacional en algunos países, tales como Japón, Bolivia y China, cuyas tasas de fertilidad se han reducido considerablemente en las últimas décadas. Por otra parte, regiones de África sub-sahariana (Congo, Etiopía, Ugand, Nigeria) o el sur asiático (India, Pakistán, Indonesia) han acrecentado su población a un ritmo tan acelerado que podría duplicarse hacia 2050.
Otro problema es la profunda desigualdad en tasa de mortalidad a nivel global, que ha desequilibrado profundamente muchas economías mundiales y hoy en día es un reto para economistas y gobiernos enteros. Mientras que países en vías de desarrollo aún se enfrentan a enfermedades que influyen considerablemente en la tasa de mortalidad (al tiempo que crecen desmedidamente), otras naciones —entre las que destacan Japón— hoy viven ante un panorama sin precedentes en el que pronto la mayor parte de la población será de la tercera edad, reconfigurando planes gubernamentales de seguridad social, de cobertura médica y de pensiones a largo plazo.