Aunado a factores de clase social y poco acceso a un buen nivel educativo, México ostenta la tasa más baja de América Latina y el Caribe.

Las oportunidades de desarrollo para la mujer en la esfera pública no derivan en un nivel equitativo de participación, comparado con el hombre. De acuerdo al estudio Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe, (CEPAL, 2019), la heterogeneidad estructural —concepto integrado en los años 50 por economistas de este organismo— marca las diferencias básicas en lo económico, social, político, tecnológico y cultural… factores que limitan la inserción laboral de las mujeres al día de hoy.

Si bien ha existido un aumento en la participación de las mujeres en actividades remuneradas, aún existe una brecha porcentual muy grande, en contraste con otros países de la región. 

En América Latina y el Caribe, el 51.3% de las mujeres en edad para laborar participan en alguna actividad productiva, esto en referencia a la tasa de participación femenina de la región, en materia de negocios. En Alemania, Canadá, España o Estados Unidos es de 70%. 

En el caso de México, la tasa es menor, con 44.3%, que refleja que menos de la mitad de las mujeres cuenta con un trabajo remunerado. La mayoría se dedica al hogar, sin retribución económica alguna.

El documento de la CEPAL explica que el ingreso de la mujer, en el caso de los países con un nivel de desarrollo bajo, juega un papel muy importante en los gastos del hogar, por lo que se integran a las tareas remuneradas.

Solo a través de políticas públicas se podrá aumentar la participación y fortalecer la autonomía económica de las mujeres, lo que llevaría a una conciencia de equidad de género, la base para conseguir un mundo pacífico, próspero y sostenible.