Pienso, luego existo
Uno de los pilares de la empresa es su filosofía, es decir, la manera en que ésta se concibe y plantea su actuar de cara a colaboradores, clientes, proveedores y los grupos sociales con los que entre en contacto; es por ello que resulta primordial tener claro qué la compone.
Ignacio Torres |
Pienso, luego existo

Difícilmente se puede tener claridad respecto a lo que se busca si no hay certeza respecto de lo que se es.

Lo anterior aplica tanto a nivel personal como a nivel empresarial. El fundador de una empresa quizá no lo pensó así en su momento, pero, sin duda alguna, tenía clara cuál era su filosofía de negocio. De haber faltado ese elemento, la compañía no habría prosperado.

Con el paso de los años es posible que la manera de pensar de la empresa se dé por sentado o, quizá, nunca se hable al respecto. Esta situación tal vez no impacte en el día a día del negocio, pero, a la larga, sí terminará por minar sus alcances y perspectivas.

Es fundamental tener claro cuál es la filosofía corporativa para hacer frente a un panorama como el actual, en el que los retos externos llegan no solo en forma de competidores.

Si no se hizo al inicio, resulta primordial realizar un alto en el camino empresarial para consultar directamente con el fundador, si sigue en activo, cuál es la razón de ser de la organización.

La filosofía corporativa debe existir no solo en abstracto, sino plasmarse en blanco y negro, ponerse por escrito, puesto que es la estructura conceptual que orienta los pasos de la compañía, además de inspirar y guiar el comportamiento de todos sus integrantes.

 

En la mira

En la realidad actual en la que un mal comentario en redes sociales puede generar una campaña viral de boicot, es indispensable que todos los colaboradores de la empresa, sin importar su posición en el organigrama, tengan claros cuáles son los valores de la entidad para la que trabajan.

La compañía y sus integrantes están constantemente en la mira de sus clientes ─y de todos los grupos con los que interactúan─ para quienes cada vez cobran mayor importancia temas como la equidad de género, el respeto a la diversidad o el cuidado del medioambiente, entre muchos otros. Por lo que cualquier actitud que atente contra ellos se verá como una falta punible.

Si no se ha definido la misión, visión, principios, valores y código de ética de la empresa, es urgente hacerlo para tener claridad respecto al rumbo a tomar, y actuar en consecuencia cuando alguien dé un paso que se aleje de éste.

Por el contrario, si esos elementos ya se tienen, deben estar en constante revisión y replanteamiento para adecuarse a la realidad con la que el negocio interactúa cotidianamente.

Tags

economía cultura empresas

Articulos Relacionados