Mientras algunos empresarios y habitantes celebraron enormemente los nuevos mandatos tras un año de confinamiento y distanciamiento social en diversos grados, muchos otros consideraron que se trató de una decisión un tanto apresurada y temieron por un posible retroceso en la salud pública por la, aún vigente, pandemia.
La decisión
El gobernador de Texas, Greg Abbott, realizó una rueda de prensa para dar a conocer su determinación respecto a la situación económica del estado a su cargo y señaló que ya era momento de que los negocios reabrieran al 100 por ciento de su capacidad y sin restricciones para el acceso de los clientes.
Una de las decisiones más controvertidas fue la eliminación del mandato de uso obligatorio de cubreboca en espacios públicos, lo que significa que, desde ayer, nadie en Texas requiere usar una mascarilla para ser atendido en comercios, restaurantes y bares.
Enrique Reyes, restaurantero de origen cubano que radica en Austin, Texas, comparte la idea de que la decisión del gobernador fue precipitada y temió por las actitudes que podrán tomar los clientes ahora que ya no es obligatorio el uso de elementos de protección facial.
En cambio, Paul Castillo, dueño de un bar, celebró la reapertura total luego de que los negocios de su giro debieran operar durante los últimos meses a distintos niveles de aforo, lo que irremediablemente afectó su economía. La última disposición a este respecto databa de octubre pasado, cuando se indicó que los establecimientos con venta de bebidas alcohólicas solo podían operar al 75 por ciento de su capacidad.
Pese a sus opiniones opuestas, tanto Reyes como Castillo coincidieron en que ellos y su personal seguirán usando mascarillas y caretas para atender a su clientela.
El panorama
La asociación de restauranteros de Texas dio a conocer que durante los últimos meses cerraron, de manera definitiva, 11 mil restaurantes y bares en todo el estado.
Lo anterior, y el hecho de que se han aplicado 7 millones de dosis de la vacuna contra la COVID19, llevaron al gobernador de Texas a dar la orden de reabrir al 100 por ciento y sin restricción de distanciamiento social. Sin embargo, alcaldes de ciudades como Dallas, Houston y San Antonio, resaltaron que apenas el 8 por ciento de la población texana ha recibido las dos dosis del fármaco, lo que podría llevar a un rebrote descontrolado y a la saturación de la infraestructura hospitalaria.
A casi un año del confinamiento en México, una decisión similar podría tomarse muy pronto. Sin duda, un extenuante dilema entre economía y precaución.