Después de invertir muchos años estudiando o realizando investigaciones, un doctor en ciencias por fin concluye su programa de posgrado y pueden ostentar su PhD (doctorado en filosofía). Para lograrlo, algunos obtienen becas de instituciones nacionales (como el Centro Nacional de Ciencia y Tecnología [CONACYT]); y otros invierten sus recursos para estudiar y vivir en Canadá, Estados Unidos o Francia (si el investigador soñó con trabajar en el Instituto Pasteur, que investiga y atiende las enfermedades infecciosas).
Este no es un escalón fácil de alcanzar, y los siguientes pasos también son complejos. Son muchas las ideas y los proyectos que les gustaría realizar a estos doctores en filosofía, pero existen muy pocas posiciones laborales para estos individuos ‘sobrecualificados’.
Cada año se gradúan 3,500 estudiantes de doctorado en nuestro país, y el número es mayor cuando se incluye a quienes se formaron en el extranjero. Sin embargo, la inversión en ciencia y tecnología es el principal factor que afecta el desarrollo de los profesionales en estas áreas.
En 2012, el presupuesto federal dedicado a financiar los programas del CONACYT fue de 59 mil 323 millones de pesos; mientras que en 2017 fue de 91 mil 650 millones —un aumento del 46 %—. Por otra parte, el Gasto en Investigación y Desarrollo Experimental (GIDE) pasó de 0.43 % del producto interno bruto (PIB) a 0.57 %. Hasta Enrique Cabrero Mendoza (actual director del CONACYT) calificó este avance como “un hecho sin precedentes”. No obstante, más de la mitad de los PhD que viven en México todavía están desempleados.
Los PhD mexicanos estamos encasillados en los puestos académicos de universidades y centros de enseñanza de alto nivel. Aun así, las posibilidades de un joven egresado para ocupar una de las pocas plazas que existen en estas instituciones son muy limitadas. La selección de candidatos es un proceso largo y tedioso, no siempre es transparente, y en el peor de los casos es endogámico —eligen al personal entre sus colegas, estudiantes o amigos, sin permitir la entrada de personas ajenas—. Otros países ofrecen más opciones laborales en los sectores industrial o privado. ¿Qué hay de México?
El matrimonio entre la industria y los investigadores tiene incontables historias de éxito. Quizá el mejor ejemplo sea el premio Nobel de Física 1986, otorgado a los científicos Gerd Bining y Heinrich Rohrer por inventar el microscopio de efecto túnel —que toma imágenes de superficies, a nivel atómico— para IBM.
Hoy, los científicos de industria pueden ser tanto asesores como directivos, o trabajar en el desarrollo y la prueba de diversos productos. Esto es más que claro en la industria farmacéutica, donde los jóvenes talentos de doctorado han desarrollado nuevas moléculas (parteaguas de la ciencia médica). Al respecto, la empresa Novartis, en Suiza, está desarrollando estudios con la molécula Serelaxin para tratar las fallas cardiacas agudas —una terapia avanzada, de acuerdo con la Administración de Comida y Medicinas (FDA, en inglés) de Estados Unidos—. Los analistas predicen que esta innovación generará cerca de 2,500 millones de dólares por año.
Es claro que las organizaciones obtendrían muchos beneficios al contratar doctores calificados, que estudiaron para ser sistemáticos, minuciosos y pacientes en su trabajo. Fuimos formados para resolver problemas, aplicando el método científico —observación sistemática, medición, experimentación, formulación, análisis y modificación de las hipótesis— en cualquier aspecto de la vida. Nuestra misión es mejorar procesos, influir positivamente sobre otros trabajadores, contribuir a la buena toma de decisiones, e instaurar estrategias de rentabilidad y crecimiento.
Al resolver problemas, generamos conocimiento y descubrimientos para crear aplicaciones o productos nuevos y rentables para el mercado, que pueden impulsar el desarrollo del país. Si las industrias mexicanas apuestan por la inteligencia, las ideas y la experiencia de los doctores, podrían solucionar muchas cuestiones tanto al interior como al exterior del negocio. Al final, todos ganamos.