La globalización y los avances tecnológicos han reconfigurado las economías y sociedades de todo el mundo. En esta “era de la información”, la manera en la que aprendemos, vivimos y trabajamos también ha sufrido una gran evolución a través de la robótica, el internet, el acceso a la información, el transporte y la ingeniería.
No obstante estos grandes cambios, los beneficios llegan a cuentagotas a ciertos sectores de la sociedad y en ciertas dimensiones de su vida. Las diferentes habilidades para aprender en un entorno altamente tecnológico (creatividad, resolución de problemas, pensamiento crítico y colaboración) se han vuelto una necesidad urgente para niños y jóvenes de todo el globo.
Según el Foro Económico Mundial, vivimos en una crisis global de aprendizaje que tiene por consecuencias las siguientes problemáticas:
600 millones de niños y adolescentes no pueden leer o hacer matemáticas básicas.
A pesar de las campañas de escolarización, 260 millones de niños no asisten a clases.
De los que se encuentran escolarizados, 400 millones abandonarán antes de los 12 años y 800 millones no se educarán con las calificaciones suficientes para trabajar en un entorno moderno.
Los sistemas educativos siguen luchando por proporcionarle a los niños habilidades necesarias para el aprendizaje integral.
Una solución que las organizaciones mundiales han encontrado como recursos asequibles y eficientes para combatir la crisis de aprendizaje consiste en el juego. Como un poderoso recurso pedagógico, el juego contradice las formas hegemónicas e ineficientes de educar y al mismo tiempo desarrolla habilidades globales como la creatividad y la cooperación.
La exploración y la curiosidad son, según la neurociencia más moderna, herramientas invaluables para incorporar nueva información. En países africanos, se ha vuelto un valioso recurso para combatir las deficiencias educativas del sector público y es demostración no sólo de que la mejor educación no proviene de las aulas con la tecnología más avanzada. El juego, en un contexto complejo y tan abierto a la globalización, se vuelve un recurso invaluable que para las infancias le hagan frente a la innovación y a las nuevas tecnologías, incluso en los entornos más vulnerables.