La necesidad imperiosa de comunicarse a través del arte ha llevado a Itziar Miranda a canalizar emociones, inquietudes, miedos y anhelos en piezas que conectan de forma holística.
Desde hace años interpreta en televisión a Manolita Sanabria, símbolo de la posguerra, que la ha llevado a cuestionarse, más allá de la ficción, sobre sí misma y la adquisición de poder e independencia femenina.
Para ella no hay nada más difícil que cambiar las tendencias y prejuicios, es por ello que apunta a la educación como la herramienta más eficiente para empoderar a personas que puedan convertirse en agentes de cambio.
«Por eso hago lo que hago. Actúo, escribo cuentos, para que las personas —en especial los niños— tengan referentes de mujeres que los inspiren a crear y querer ser mejores. Para que la sociedad se acostumbre a vernos en roles de autoridad, pues de no ser así podría sembrarse la primera semilla del machismo. Creo que la educación es transformadora y es lo más importante que hay.»
Todo ello queda plasmado en Colección Miranda: mujeres que dejan huella, de Editorial Edelvives. En esta serie de once libros realizados por Itziar, en colaboración con su hermano Jorge, e ilustrados por Lola Castejón, se retratan a grandes figuras femeninas en la historia, enmarcadas con un sentido inspirador.
«Me he dado cuenta que me lee un alto espectro de gente; muchas señoras; para mí lo más importante es que sin importar la edad, quede en las mujeres este mensaje de fortaleza e igualdad social. Hay algo realmente transformador y político en ello.»
Asumir el feminismo como antítesis del fascismo, en su natal España, significó una lucha primordial para la autora, quien se dio cuenta que la mujeres se encontraban doblemente silenciadas sin tomar conciencia.
El concepto que los chicos tienen de sí mismos, explaya, no solo afecta a las damas que son desapercibidas como una figura de poderío, sino igualmente a ellos que se sienten obligados a buscar y cumplir grandes expectativas en comparación a otros referentes masculinos, con el fin de proteger su hombría.
«Creo que por eso no hay referentes femeninos, nos han silenciado durante años… En la época de brujas nos quemaban, ahora nos matan en algunos países, ¿por qué este sistema patriarcal sigue silenciándonos? Hablemos con nuestras niñas y niños para que sean personas libres y puedan decidir con quién quieren estar y cómo llevar sus vidas, resaltemos los referentes femeninos, como también los masculinos, porque todos somos importantes.»
¿Cuál es el reto del feminismo actual?
Reconocer a la mujer va más allá de celebrar una fecha durante el mes de marzo, conmemorar el día contra la violencia de género o del cáncer de mama. Existen muchas más problemáticas que nos tienen marcados y deben atenderse. No deberían voltear a vernos únicamente porque se está realizando una manifestación. Es primordial que desde la niñez se eduque el valor de lo que representa una mujer.
¿En qué punto tomaste conciencia del tema y qué circunstancias te llevaron al mismo?
Desde siempre me he dado cuenta que nadie hablaba de nuestro género como nosotras lo vivimos día a día, así que empecé a preguntarme el «por qué» a lo largo de mis etapas de vida, y analicé así, a través de distintas perspectivas —personales y artísticas— este asunto. Una vez que entendí por qué dentro de los colegios no nos hablaban de mujeres que hicieron cosas tan importantes como muchos otros hombres de los que conocemos sus logros, quise hacer algo al respecto.
¿Qué identificaste como necesidad principal para generar el cambio que anhelas?
Primero, las mujeres y niñas necesitamos inspiración y acción al querer ser alguien de manera personal y profesional. Pero igualmente los hombres requieren vernos como un punto de autoridad.
¿Algún consejo que te haya marcado para formar tu futuro?
Mi mamá me llegó a decir que siempre siguiera el camino de la belleza, pero no lo que se entiende por una belleza estética o superficial, sino aquello que te obliga a querer hacer del mundo un lugar mejor y agradable. Es por ello que, de alguna manera, me he fijado en esa gente que hace cosas bonitas en la vida.
La inspiración te pilla mientras te encuentras trabajando, nunca llega de la inconsistencia y la falta de disciplina. Esa esa la clave.
¿Cuál podría ser la faceta más catártica que te ha dejado la formación como artista?
El contacto con la gente, el poder ver cómo evolucionan. Siempre digo que al hacer una función de teatro puedes identificar esa situación súper catártica y emocional. Pero si el público sale del recinto sin algún sentimiento, o sin hacerse preguntas, da igual aquellas pasiones que yo haya tenido.
Esto es una cosa que le sucede a muchos artistas, tienen una serie de emociones brutales al realizar una obra. A mí, lo que me pasa mucho, es querer ver la transformación en el público, especialmente en los niños, porque ellos nos enseñan lo que está ocurriendo en el ahora.