Las grandes ideas se pierden si no se comunican bien.
El lenguaje es un ente cultural megadiverso que evoluciona —junto con las reglas que lo rigen— a la par de las sociedades y sus millones de hablantes, quienes se apropian de él todos los días y lo nutren con sus costumbres e historias.
No creas en las recetas mágicas para aprender a escribir con maestría de la noche a la mañana; no habría ninguna que pudiera seguirle el paso a la dinamicidad de la lengua. Además, cada persona tiene un estilo propio de escritura que debe conservar, apegándose a las reglas generales del idioma. La buena escritura es resultado de un proceso de aprendizaje continuo y permanente, basado en la lectura y en la práctica.
Estos son los principales aspectos que debemos tener en cuenta, al momento de plasmar nuestras ideas en un texto:
El proceso de creación será más ágil si antes de comenzar a escribir tienes claro el ángulo y las ideas principales del texto, así como a quién irá dirigido. Haz un borrador donde enlistes tus ideas clave y des una estructura provisional al texto, con subtítulos que dividan la información en introducción, desarrollo y conclusión.
Es falso que los textos de calidad deban ir siempre acompañados de ideas complejas y palabras rimbombantes. Su objetivo principal no es deslumbrar, sino ser leído y entendido fácilmente. En una época en la que la imagen gana terreno en la comunicación, y en la que cada minuto se genera más información de la que podemos consumir, la concisión garantiza que nuestro texto sea atractivo y llegue a más personas.
En el lenguaje cotidiano existen palabras que durante años se han usado con un sentido totalmente diferente al real. Por otro lado, hay expresiones populares que creemos erróneas o desfasadas; sin embargo están vigentes y son aceptadas por las academias de la lengua.
Nunca está de más consultar en el diccionario el significado de cualquier palabra que nos genere ruido —incluso de aquellas que ya forman parte de nuestra vocabulario o nos son familiares—. Además de sorprenderte con los significados reales, este ejercicio te permitirá conocer palabras más precisas para comunicar tus ideas.
Los mejores textos toman tiempo. Después de plasmadas, tus ideas deberán pasar por un proceso de edición que las perfeccionará paulatinamente. No tener esto en mente solo generará frustración y bloqueo mental. Toma intervalos entre cada proceso de edición para que tu mente esté fresca y puedas detectar fácilmente errores o frases que puedan mejorarse.
También será de gran ayuda que otra persona le eche un último vistazo a tu texto. Otro par de ojos siempre será útil para corregir detalles que pasaron desapercibidos por el autor, ante la eventual ‘ceguera’ que se produce tras escribir y editar varias veces un texto propio.
Preocupate por dominar el tema del cual estás escribiendo, no los tecnicismos y las reglas ortográficas o gramaticales. Actualmente internet ofrece vastos recursos de consulta, pero no te fíes de cualquier fuente. Las básicas y más confiables son la Real Academia Española (RAE) y la Fundación del Español Urgente (Fundéu). La primera cuenta con el diccionario más completo y las últimas actualizaciones a las reglas del español; en tanto que la segunda resuelve las dudas más frecuentes del idioma cotidiano y brinda recomendaciones ortográficas y de estilo respecto a expresiones que aún no han sido aceptadas o adaptadas oficialmente al español.
También puedes consultar el Diccionario del Español de México, que recoge diversas investigaciones y conceptos particulares del español contemporáneo que se habla en nuestro país. Otro recurso útil es la Wikilengua, una web colaborativa donde se comparte información práctica sobre las normas y el uso del español en sus diferentes geografías.
Te será útil consultar diccionarios de sinónimos y antónimos para dar mayor variedad a tu vocabulario. Además, puedes visitar el sitio Asi Hablamos, un colorido diccionario colaborativo que reúne los regionalismos de 22 países del mundo que tienen como idioma oficial el español, además de aclarar dudas se divertirán conociendo la riqueza de nuestra lengua.
Los procesadores de texto actuales acentúan automáticamente la mayoría de palabras que así lo requieren, pero también hay una gran cantidad de palabras que deben acentuarse y el autocorrector no detecta; o que sin tilde, cobran un sentido completamente distinto (por ejemplo, ‘revolver’ y ‘revólver’). Esto suele suceder con los verbos en pasado —no es lo mismo escribir camino, que caminó—. A la hora de escribir, debes tomar en cuenta que se acentúan todos los verbos en pasado (cayó, soñó, contempló, triunfó, besó) y en futuro (caerá, soñará, contemplará, triunfará, besará). Si a pesar de las recomendaciones anteriores, los acentos son tu talón de Aquiles, será mejor que consultes cada palabra que te genere suspicacia.
La mejor técnica para garantizar una buena escritura es ser un lector habitual. Recuerda que, detrás de cada página que uno escribe debe haber al menos diez leídas.