Como empresario se puede pensar que mientras menos hablen nuestros colaboradores más productivos serán en su trabajo. Sin embargo, esto es totalmente erróneo. La organización que propicia espacios para la sana comunicación, donde los colaboradores puedan dialogar libremente, expresar sus ideas y -sobre todo- desahogar sus problemas e inquietudes, fomenta una cultura organizacional de escuchar y respetar, generando relaciones laborales positivas y permitiendo al colaborador tener mayor claridad para concentrarse en la tarea que debe desempeñar. Todo esto se traduce en una mayor productividad.
Para entender mejor este concepto analicemos estos 2 escenarios:
Por otra parte, una deficiente cultura de la comunicación es un obstáculo para que los compañeros de una organización puedan vivir la empatía, la confianza y la solidaridad; situación que impacta directamente en la capacidad de resolución de conflictos, y reduce la posibilidad de aprendizaje de las personas, pues por increíble que parezca, prefieren seguir cometiendo errores antes de acercarse a un compañero o a un superior y decirle: “No sé cómo hacer esto, ¿me puedes explicar?”. Escenarios como este no generan un sentido de pertenencia, garantizan un mal clima laboral y abonan a la alta rotación de personal.
Con esto, insto a toda persona que tenga influencia sobre otra en el ámbito laboral, a que promueva lo que nos ha permitido evolucionar como especie más allá del dominio de las herramientas: establecer relaciones sociales cada vez de mayor calidad a través de espacios óptimos de comunicación humana.
Por Fernando Sánchez Antillón, Director Estratégico de Ferall Comunicación.