Hay una desconfianza endémica en las prácticas anticorrupción y de Gobierno Corporativo. Por fortuna, el tercer Corporate Governance Summit del Instituto Mexicano de Mejores Prácticas Corporativas (IMMPC), está transformando ese panorama.
Hay muchas más cifras que solo nos convencen de que la corrupción es un mal endémico de México –muchos compatriotas lo aceptan, sin inmutarse, y hasta nombran ‘mexicanadas’ a esos pequeños actos de trampas que se realizan entre semana.
La Asociación Mexicana de Profesionales de Ética y Cumplimiento (AMPEC), apunta que la corrupción está en las venas del 80% de las empresas mexicanas.
Eso drena entre 2% y 10% de sus utilidades anuales (dependiendo de su tamaño); y contamina 9% del Producto Interno Bruto (PIB) de México.
El Consejo Coordinador Empresarial (CCE) también registra que 96% de los mexicanos opinan que los empresarios (en general) practican actos de corrupción.
Transparencia Internacional colocó a México en el lugar 138 (entre 180 países) en su Índice de percepción de la corrupción 2018.
No obstante, el panorama sí está mejorando. Desde el salón Fenicia del Hotel Baruk (en Guadalajara, Jalisco), el IMMPC difundió las mejores prácticas antifraude, de control, prevención, auditoría y cumplimiento, en su tercer Corporate Governance Summit.
Ángel Contreras, experto en Gobierno Corporativo e institucionalización de empresas familiares, abrió la mañana con datos y reflexiones concisas para combatir la corrupción corporativa. El presidente del Consejo Ejecutivo Nacional del IMMPC recomendó una serie de pasos para instaurar principios de integridad y ética empresarial.
Destacó, entre otras cosas que “el fraude afecta nuestro estado de resultados”, Por eso enfatizó la necesidad de planear estrategias de comunicación y capacitación para informar y promover la ética entre los aliados y colaboradores del negocio.
El contador público certificado está seguro de que, al establecer sistemas de denuncia y detección para identificar los actos de corrupción se puede crear una excelente cultura anticorrupción en las empresas. Así, las trampas del fraude podrían detectarse antes de que sucedan.
Consulta el Índice de percepción de la corrupción de Transparencia internacional.
Bruno. H. Blackmore Sánchez, fundador y CEO de BlackTrust Group, difundió el uso de Background Checks, o la reversión de antecedentes adversos en México.
La filosofía de Bruno radica en la prevención, a través de Background Checks (BGC). Aunque todavía es una práctica compleja de implementar en México, sus resultados pueden mitigar las prácticas de corrupción y optimizar la selección del personal ético.
Recordó que todos tenemos un “lado B”: la parte personal que nadie conoce, y que puede indicar comportamientos de fraude. En su lado B, alguien podría evaluar el delito pensando “¿qué pasa si me atrapan?”, para determinar si el acto delictivo vale la pena.
La otra cara de la moneda es que, con un buen chequeo y una mejor cultura de capacitación, el lado b puede ser una fuente de más prácticas éticas: “Entre más información tengan las personas de lo que vale algo, y de lo que puede pasar si lo roban, será menos probable que intenten robárselo”.
Conoce más sobre los Background Checks.
La prevención debe sustentarse de regulaciones. Esa es la distinción que Ofelia del Castillo Falconi, de World Compliance Association, hace en el Tercer Corporate Governance Summit: “El compliance [cumplimiento regulatorio] debe ser una función independiente, capaz de investigar, identificar y asesorar los riesgos de cumplimiento en el negocio”.
Al establecer programas de compliance, el negocio se preocupa por generar una cultura de legalidad y ética. Eso brinda certidumbre sobre el estatus legal de la compañía, y previene actos de fraude o corrupción.
Asimismo, Ofelia concluye que el compliance fomenta la transparencia de proceso e información financiera porque, “mientras más nos comprometamos a comunicar los riesgos, más nos comprometemos a evitarlos”.
El fraude y la corrupción deben prevenirse, pero también se necesitan medidas para combatirlos, si es que los actos delictivos ya sucedieron. Los expertos del IMMPC ofrecieron algunas alternativas para llevar un proceso legal en la consignación del fraude, a los asistentes del Tercer Corporate Governance Summit del IMMPC.
Uno de los insights más interesantes fue la importancia de que la Alta Dirección se involucre (y que prediquen el ejemplo), para solucionar cualquier acto de fraude. De esta manera, pueden enviar un mensaje claro al resto del negocio: el fraude no puede efectuarse con impunidad.
El socio de Hermosillo Reséndiz Abogados, Diego Dueñas Abascal, ofreció una profunda síntesis sobre las responsabilidades administrativas y penales corporativas, en el contexto del Sistema Nacional Anticorrupción (SNA).
Desde 2015, la SNA marca los principios, políticas y procesos para prevenir, detectar y sancionar hechos de corrupción en la sociedad. Esta es una legislación pública que también regula los actos fraudulentos en las corporaciones mexicanas.
La legislación reguladora del SNA es la Ley General de Responsabilidades Administrativas (LGRA). Algunas de las sanciones que establece son las siguientes:
Aparte de marcar las sanciones de los servidores públicos en la materia, la LGRA también propone mecanismos de control que las empresas (personas morales) deben incorporar en sus procesos, para cumplir con las disposiciones de transparencia y prevención de la corrupción establecidos por la SNA.
El CPC Ángel Contreras apuntó que los actos de fraude hieren al estado de resultados, y sobre todo a la imagen del negocio. Como cierre y complemento a estos ejes rectores del Tercer Corporate Governance Summit, el gerente de Forensic en KPMG, Demetrio Carrasco Islas, ofreció los elementos clave que un negocio necesita para implementar un programa antifraude efectivo.
La misión de un programa antifraude se puede dividir en 4 máximas que atienden cada uno de los factores que acarrean los actos de fraude y corrupción en el negocio:
También recomienda revisar y difundir el código y las prácticas de ética entre los colaboradores, e instaurar políticas de prevención como:
El programa antifraude genera una transformación cultural, desde la Alta Dirección, para que los negocios demuestren activamente que la corrupción no debe ser parte del día a día empresarial. No es justo que alguien tome de la empresa lo que no le corresponde, pero tampoco es justo que nadie en la compañía tenga la iniciativa de crear un plan para proteger las utilidades
El tercer Corporate Governance Summit demostró que se pueden hacer las cosas bien, tener una cultura empresarial capaz de crear negocios éticos y sustentables, y que las empresas antiéticas ya no pueden crecer ni trascender.